Mindfulness Orientado al Desarrollo de la Inteligencia Emocional

Trabajar en uno mismo la “atención plena” y la “inteligencia emocional” simultáneamente constituiría ya, de por sí, un reto interesante. Sin embargo, la ambición de combinar ambos conceptos aspira, como objetivo, a ir más allá de, simplemente, incrementar las capacidades de nuestra mente, a la par que logramos una mayor armonía en nuestras relaciones interpersonales.

Los ejercicios destinados a producir una ampliación en nuestro nivel de atención y conciencia, normalmente requieren, a su vez, de una permanencia difícilmente sostenible si no se orientan en una dirección evolutiva concreta. Por otro lado, adquirir habilidades sociales fundamentales nos exige, a su vez, una notable capacidad de auto-observación, por encima del umbral de vigilia que habitualmente poseemos, imposible de alcanzar si previamente no se ha entrenado esa cualidad.

Pretender desarrollar nuestra inteligencia emocional y con ello todo un elenco de destrezas, útiles en nuestras interacciones con los demás, sin alcanzar a establecer un nivel básico de atención respecto de nosotros mismos, en ningún caso, será posible. Solamente incorporando en nosotros tal capacidad resultará factible mantener cierto control respecto de nuestros propios hábitos, siendo conscientes de ellos para, si fuera el caso, intentar modificarlos.

Se trataría, entonces, de elevar nuestro nivel de conciencia para, inmediatamente, aplicar tales resultados a incrementar nuestra habilidad para relacionarnos con los demás de un modo más integrador. Dicho propósito nos va a demandar una actitud de alerta permanente, con respecto a uno mismo, que, sin un objetivo concreto que la incentive, resultaría complicado mantener.